Era un aburrido sábado de otoño del 81. Recuerdo que aún hacía calor y las hojas secas de los árboles empezaban a cubrir los verdes jardines del Retiro Madrileño. Como todo joven tenía muchos pájaros en la cabeza, pero eran tiempos difíciles y no tenía demasiado tiempo para aburrirme. Trabajaba duro en una academia privada de COU para estudiantes de familias acomodadas.
A mi me pagaban 15.000 pesetillas (90 euros) por trabajar de “chico para todo” durante 10 horas de lunes a sábado. Desde las 08.00 de la mañana recogía el correo, ponía cafés, arreglaba desperfectos, cambiaba fluorescentes, hacía recados, y sobre todo hacía copias de apuntes con aquella maldita multicopista manual, que me dejaba el hombro destrozado después de hacer miles de copias sin parar.
Aún recuerdo la insufrible hora y media de recorrido entre Móstoles, donde vivía con mis padres y el barrio de Salamanca en donde trabajaba. A las 5.30 de la madrugada en pié para salir andando a la estación y coger el primer tren de las 6.20 h. después un suburbano y después el metro, en un interminable hormiguero de fríos laberintos en que la gente ni tan siquiera se mira, sólo se empuja y se huele…
Apenas tenía una hora para almorzar, solía llevarme algún sándwich o una fiambrera con la comida que me preparaba mi madre y al terminar salía escopetado a clase, pues siempre me estaba preparando mis oposiciones por las tardes. Hasta que, agotado, regresaba a casa a las 11 de la noche.
Pero aquel día era sábado y como cada sábado por la tarde, al salir de trabajar, me gustaba pasear con mi cámara réflex y disfrutar de una de mis pasiones, la fotografía. Hacía largos paseos por Madrid, donde todo me interesaba y a todo le quitaba fotos…
Aquella tarde decidí quedarme por El Retiro, recuerdo que en aquél parque había una especie de templo griego que me llamó mucho la atención y no muy lejos en un banquillo había una chica sola, estaba leyendo un libro y tan sólo el sonido de los pájaros parecía distraerla de vez en cuando.
No me lo pensé mucho, y si bien es verdad que de aquella era algo tímido, la chica me gustaba y me senté en el extremo opuesto del banquillo.
Yo me hacía el loco manipulando la cámara como si la cosa no fuera conmigo mientras, mi cabeza maquinaba la forma de empezar una conversación con ella.
Quizás si hablaba de pájaros le parecería cursi, no sé, no parecía ecologista… y si ¿le hablo de el libro que leía?...mmm no podía ver bien de lo que trataba…tal vez le pueda preguntar la hora… Buf! Que va, demasiado simple…
Al final, fue ella quién llevándose unas gafas de finos cristales hacia su pelo, giró su cabeza hacia mí y me dijo:
-¿vienes mucho por aquí?
¡Tremendo vuelco me dio el corazón! Menudos ojazos verdes de tigresa hambrienta... Era sencillamente divina, pero antes de describirla sólo deciros que lo más impresionante era su voz, una voz delicada pero de timbre firme y cuyo sonido penetró en mis oídos como un tren en un túnel.
Como me temblaban las piernas, intenté contestarle con voz de experimentado macho dominante, pero me traicionaron los nervios y, con voz de grillo le contesté…
-Pu, pu, pues síiii, la verdad. Pero nunca te había visto antes.
Notablemente más tranquila que yo, me miró a los ojos y sonriendo siguió:
- Ese acento no es de aquí eh, ¿De dónde eres? ¿asturiano? ¿vasco? Desde luego del norte seguro jaja…
- Soy gallego.
Le respondí, ya con voz más tranquila y firme.
A lo cual ella contestó…
- En realidad me aburría bastante y buscaba a alguien con quien hablar…
- Sabes, te he visto llegar desde lejos y me parecías buen chico…
……………………
Mientras hablaba, yo no podía dejar de mirarla… su pelo rizado de dolor cobrizo, su tez clara y ligeramente adornada con unas pequitas que se agrupaban en el nacimiento de una nariz pequeña y respingona, sus labios que, a medida que hablaban me sugerían continuos devaneos eróticos de besos y placer.
Sus piernas perfectamente contorneadas de divinas pantorrillas, suaves gemelos y finos tobillos, acababan surcando peligrosísimas curvas que terminaban en unas caderas algo anchas pero acogedoras y tiernas. Su fina cintura se dejaba adivinar cubierta con una chaqueta de punto rosa y sus abultados y firmes pechos terminaban en unos puntiagudos pezones que apuntaban hacia mí, desafiantes y firmes.
Una diadema le sujetaba el flequillo y sus gafitas de leer, le hacían, además, muy interesante…
Estuvimos charlando largo rato, que si estudiaba, que si le gustaba la natación que si mi morenito le ponía mucho….bla bla bla… al final decidimos salir a tomar un café a la cafetería del lago…
…………………….
Mientras Paseábamos observé que era una chica muy alta, alrededor de 1,75 pues con un tacón no muy largo estaba casi a mi altura. Su forma de andar era asombrosamente femenina y delicadamente sensual, la verdad es que me gustaba mucho, mucho.
Al llegar a la cafetería se pidió un cortado y yo otro, el camarero, un guapo morenazo mayor que yo, no le quitaba ojo de encima, y hay que ver como somos los hombres en celo, casi estuve a punto de liarla, y eso que nos acabábamos de conocer…
Nuestras miradas se cruzaban una y otra vez, ambos disimulábamos continuamente desviando la vista hacia el lago, las barcas, los patos…Hasta que un simpático mimo se acercó vestido de payaso y, con gestos cariñosos, le ofreció una flor, ella sin más la cogió y yo le di unas monedas.
Eran tiempos difíciles, momentos en que el trabajo escaseaba y también se hablaba mucho del paro, de lo cara que estaba la vida… pero entre charla y charla nos echábamos alguna pitada…
.-Pues no, soy un poco rarita y aguanto lo justo…jajajaja
Como bien os podéis imaginar, veía las puertas del cielo abiertas…
…………………………
Me contó que estaba terminando la carrera de medicina a falta de dos asignaturas y yo le conté que había dejado mi carrera en primero de ingeniería naval para ponerme a trabajar, pues mi padre se había quedado repentinamente en el paro…
De pronto, en aquella amistosa e interesante conversación, surgió una duda. ¿No era raro que aquella hermosísima chica me prestara a mí tanta atención? Por que si bien es verdad que no era un chico feo, no creo que estuviese en absoluto a su altura, ni física y mucho menos intelectualmente.
Fue entonces cuando refiriéndose al mimo, dijo algo que me hizo cambiar mi actitud hacia ella:
-“No entiendo como hay tanto pedigüeño por la calle”.
No sé, pero algo rompió la magia…
……………………..
Poco a poco comencé a descubrir en ella algo más que un cerebro brillante y una bonita sonrisa.
Empecé a notar la importancia que le daba al dinero y, sobre todo, el concepto de “católica” que tenía de sí misma, sobre todo después de haber hablado un ratito de nuestras preferencias sexuales… no sé, la empecé a ver como una “Barbie pija finge orgasmos”… o algo así…
Tanto me empezó a rallar hablándome de sus padres , de su duplex en la calle O´donnell y de su chalet en Guadarrama que, sinceramente, me aburría. Yo intenté sacar temas como viajes, aficiones, algún libro interesante...
¡Ni tan siquiera tuvo la delicadeza de preguntar si me gustaba la fotografía!, eso me llamó mucho la atención…
Al rato, pagué los cafés y seguimos paseando. En las cercanías de una de las salidas del parque, ella me dejó su teléfono y yo el mío y nos despedimos con dos besos en las mejillas. En mitad del camino y siguiendo direcciones opuestas, ambos volvimos la vista para mirarnos a los ojos y sonreír, nos dijimos adiós con la mano y, sin duda nos dimos cuenta que jamás nos llamaríamos el uno al otro.
Desde ese sábado, me di cuenta que como todo joven de los ochenta, si querías ligar, habría que ir a la discoteca. Tampoco tenía intención ni eran horas de ligar… Pero honestamente he de decir que era una preciosidad de niña pija que nunca olvidaré, además, todavía tengo su número y nunca se sabe cuando uno puede necesitar un médico…
Dedicado a Irene, la chica del parque.
Es que la primera impresión no es la que cuenta,es curioso cuando vas por la calle y una mujer te mira a los ojos inmediatamente en mi caso surje la quimica del encuentro, lastima que solo sea un impulso
ResponderEliminarLa química es buena para el sexo pero no siempre para el corazón. El amor estalla cuando hay química y sentimientos compartidos, complicidad absoluta. Eso no se consigue con una mirada :-)
EliminarMe ha encantado la historia. Y es que de primeras, siempre nos hacemos la idea de una persona, y luego, conforme la vamos conociendo... ¡como cambia el cuento!
ResponderEliminarSi. Las hay que decepcionan y las hay que te van conquistando poco a poco con su forma de ser y de sentir.
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