viernes, 3 de mayo de 2013

GRACIAS MAMÁ

La abuela siempre me contaba lo mucho que sufriste cuando yo nací.
- ¡Eras un niño enorme al nacer!
 Me decía…

 Me contaba lo valiente que has sido siempre. Como con tan sólo nueve años, cuando el abuelo os dejó por una epidemia de tuberculosis de pulmón de la que tú te salvaste de puro milagro. Los dolores insoportables que tuviste que soportar, pues los medios clínicos de aquella época eran escasos y siendo pobres no teníais dinero para afrontar los gastos médicos...

De cómo con tan solo 11 años te hiciste cargo de las cuentas de una mercería que os sacó poco a poco de la miseria, pues la abuela apenas sabía leer y escribir.
Cómo una débil mujer de extraordinario coraje, sacó a delante a cuatro hijos dándoles por igual amor y protección.
La la paciencia que tenías para que comiera, por que era debilucho y frágil.
Del cariño con que me curabas aquellos granitos de la varicela, que tanto me picaban y tú con tus caricias y cuidados sabías calmar.
El mimo, por que no decirlo, con que nos besabas y nos contabas cuentos.
Recuerdo aquel nefasto día que un niño mayor me abrió la cabeza con una piedra y tú, sacando fuerzas del alma, me levantaste en tu regazo y me llevaste desesperada andando a un hospital sin importante la distancia y aquel militar que, viéndote desesperada, cargó conmigo y te ayudó. Aquellos puntos de sutura entre llantos, te hicieron sufrir más que a mí.
Me acuerdo mamá de cómo cuando en el parque alguien me pegaba, eras capaz de convertir tus delicadas manos en garras de fiera y jamás te acobardabas ante nadie.
Como sin apenas tiempo, me ayudabas con los deberes y siempre estabas a mi lado.
Nunca podré olvidar tus ricas comidas, el aroma de la ropa que planchabas para mí, tus cuidados.
 De cómo aquél día en que hice pellas me soltaste un tremendo bofetón, que te dolió a ti más que a mi. Del daño que te hice cuando ya siendo un adolescente, te enteraste de que gastaba el dinero del bocadillo en tabaco que me fumaba en el recreo.
Cómo olvidar mamá, los malos tiempos, cuando papá se quedó sin trabajo, te pusiste a trabajar tú, cogiendo puntos a las medias durante horas y horas por cuatro perras, haciendo costura, vendiendo cosmética…y que sé yo…
Del dinero que me dabas a escondidas los sábados para que pudiese divertirme y que salían de tus riñones. Que poco valor le supe dar entonces…
De lo que sufriste cuando después de dejar mis estudios decidí ponerme a trabajar. Hubieses dejado de comer para que yo estudiara.
De lo orgullosa que te sentías viéndome de uniforme cuando juraba bandera, y con lágrimas en los ojos, sentías que el niño de tus entrañas se escapaba irreversiblemente de tus brazos.
Después llegó un matrimonio, los nietos  y un divorcio. Y tú, como siempre a mi lado, ayudándome con mis hijas, animándome, haciéndome sentir un buen padre..

Gracias mamá, por tu amor incondicional y por esos azotes en el culete que tanto bien me hicieron.
Por que ahora, ya convertido en un hombre, noto que te me vas, pero aún así, con tu cuerpecillo débil y desgastado por los años, serías capaz de volver a sacar las garras por tu hijo hasta tu último aliento.

La abuela siempre decía que una madre puede cuidar a 10 hijos, pero diez hijos a veces, son incapaces de cuidar a una madre. La abuela apenas sabía escribir,  pero sabía comprender y te enseñó a ser una buena madre.

Gracias mamá.


1 comentario:

  1. Que preciosidad y cuanto amor hay en tus palabras, tu madre debe de estar orgullosa de tí....y sí todabia la tienes a tú lado dile que la quieres cada dia, dale cuantos besos puedas y sigue sintiendote aquel niño pequeño cuando la abraces...no habrá amor más puro e incondicional que el de tú madre.

    Precioso y bello relato....
    Besos....Ana Belén

    ResponderEliminar